Un corredor se queda casi ciego en UTMB y hace casi 100k para llegar a Chamonix

(Por Fede Sánchez Parodi).- El cordobés Pablo Ureta es un reconocido corredor de trail running y de triatlón de Argentina, con un sinfín de competencias en su trayectoria, tanto a nivel nacional como internacional.

Como todo amante de la montaña, no se perdió oportunidad de correr el Ultra Trail de Mont Blanc (UTMB). Ya había corrido (y terminado) los 170 kilómetros, pero en estos tiempos, el participar en un evento de así tenía otro sabor.

A pesar de ello, sufrió en plena carrera de queratitis, quedándose prácticamente ciego y pudiendo ver solamente con la mitad del ojo derecho durante más de 70 kilómetros. En medio de este panorama, pudo continuar y completar la carrera, recién recuperando la vista en el tramo final.

¿Qué puede ocasionar la queratitis? La inflamación de la córnea se puede ocasionar por numerosos agentes físicos y orgánicos. La exposición en exceso a la radiación ultravioleta (esquí, montañismo), lámparas de rayos UVA o soldaduras eléctricas sin protección durante un corto período de tiempo.

El comienzo del suplicio

Ureta tenía en mente hacer una carrera progresiva, aumentando la velocidad a medida que pasaran los kilómetros, pero tras hacer hecho 70, comenzó a ver borroso.

En un principio y en medio de la noche, el corredor cordobés pensó que se trataba de neblina, cuando en realidad estaba comenzando a perder la visibilidad.

«En las bajadas suelo pasar a mucha gente, pero esta vez era a la inversa, porque me costaba ver el camino y la huella donde pisar», rememora.

En ese tramo, al notar que comenzaba a tener cada vez mayores complicaciones para ver claro, decidió hablar con otro trail-runner y consultar sobre el camino: «En un momento le consulté a otro corredor si le pasaba lo mismo de ver con neblina, cuando en realidad era una noche muy clara».

«Ahí recordé mi experiencia al correr en el Parque Aconcagua, en la que la vista se me nublaba. Con el ojo izquierdo no distinguía nada. Si tenía delante un árbol o un lago era igual. En cuanto al ojo derecho, tenía la mitad de la visibilidad», relata.

Avanzar como sea

Dado que tenía un cuarto de la visión, Ureta sabía que estaba muy cerca de terminar la carrera en ese momento. Restaban 100 kilómetros y la palabra abandono sonaba en su cabeza.

Ahí fue cuando paró en un puesto de control y abastecimiento y recibió asistencia médica. «Los doctores me dieron unas gotas para los ojos», recuerda. Iban 88 kilómetros y se encontraba en Courmayeur.

Volvió a parar en otro puesto de control, donde comió dos platos de pastas y durmió unas horas. Gracias a que contaba con un buen margen para concluir la carrera no fue sacado del circuito.

En ese momento decidió hacer una historia de instagram y contar que estaba casi sin poder ver. Iban casi 120 kilómetros. Amigos y familiares comenzaron a mandarle mensajes de aliento que «le explotaron» el teléfono.

«Todavía tengo muchas respuestas que enviar, pero al ver todo el apoyo me dije que no había venido a UTMB a abandonar. Junté fuerzas y gracias a que veía con un ojo, y eso me permitió seguir», destaca.

Ya recuperado, se dispuso a cruzar el arco de llegada en Chamonix como fuera. «Paraba en los arroyos y me mojaba la cara y cambié la estrategia de la carrera. Si bien pensaba hacer una carrera progresiva, en ese momento tuve que ir más lento, levantando más las piernas para caminar, porque al no ver, uno suele pegarle a las piedras con mayor frecuencia», sostiene.

«Me caí muchas veces aunque iba avanzando de manera prudente. Cuando salió el sol me ayudó en la visión, pero el físico me pasó factura», reconoce.

Aparte, concluye: «Al tener muchos años y entrenamiento encima, uno cree que tiene controlado todo, la mayor cantidad de variables posibles, pero el análisis que le hago a esto es que siempre sucede algo nuevo de que aprender».

Cerca de las 2 y media de la madrugada de Francia, tras 33 horas y 23 minutos de carrera, Pablo llegó a Chamonix y cruzó la meta con la bandera argentina.

Allí, sus amigos Nico De Biasi, Gustavo y Ángeles, Mariano Ontañón y los suizos Bernard y Cecilia lo recibieron con gran emoción.

Esta vez, el chaleco de finisher de UTMB sin dudas tendrá un sabor especial para Ureta, diferente a todos los logros anteriores.