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Se jubiló y subió al Lanín y Domuyo en menos de un mes

(Nota de Pablo Montanaro, La Mañana de Neuquén).- Cuando en diciembre de 2018, Nicanor Tillería se jubiló de una empresa petrolera en la que trabajó durante más de 25 años, comenzó a proyectar que esta nueva etapa en su vida iba a ser transitada por aquellos cerros que desde muy chico lo acompañaron o miraba con cierta fascinación y asombro.

A los casi 65 años, los cumple el próximo 17 de febrero, este hombre nacido en Tricao Malal concretó en enero ese sueño tan ansiado de ascender el volcán Lanín y hacer cumbre en sus 3.776 metros sobre el nivel del mar.

“Cuando me jubilé dije que algo tenía que hacer para no quedarme sentado en un sillón”, cuenta a LMNeuquén. Confiesa que cuando trabajaba de soldador en el yacimiento de YPF El Portón, ubicado a pocos kilómetros de Buta Ranquil, se preguntaba cómo sería cruzar la Cordillera del Viento o escalar los volcanes Domuyo o Tromen que se erigía como un guardián detrás del campamento petrolero.

La idea se fue acrecentando sobre todo hace unos cinco años atrás cuando por un problema en la rodilla tuvo que alejarse de las canchas donde jugaba de defensor en un equipo en los torneos de veteranos de Chos Malal.

Subir al Lanín y al Domuyo, un objetivo

“Cambié de profesión, de soldador y defensor a escalador”, define el hombre que un día se acercó a Raúl Rebolledo, un destacado guía de montaña y propietario de Domuyo 4709, que convoca a montañistas amateurs y deportistas que residen en distintas localidades del norte neuquino para realizar trekking, senderismo y hacer cumbre en cerros y volcanes de la provincia.

“Siempre trabajé en el campo y mi vida transcurrió con la montaña como paisaje cotidiano. Todos los días salgo a caminar dos o tres horas por los cerros que tengo cerca o andar en bicicleta y en este último tiempo comencé a participar en las salidas de trekking y ascensos que organiza Raúl Rebolledo”, explica.

Antes de llegar a la cumbre del Lanín junto a otras nueve personas, él era el de mayor edad del grupo, a mediados de diciembre del año pasado Nicanor llegó a la cumbre del Domuyo, el centro del sistema volcánico plantado en el corazón mismo de la Cordillera del Viento, situada en el noroeste de la provincia de Neuquén y el pico más elevado del sur argentino que con sus 4750 metros de altura tiene merecido el título de “Techo de la Patagonia”.

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“Ya había hecho el Tromen tres veces, me preparé para el Domuyo y nos quedaba el Lanín. Aunque el Lanín es más bajo que el Tromen y el Domuyo, es difícil. Se requiere de mucho espíritu, mente y fuerza de voluntad para subir porque nadie te obliga a subirlo, es una decisión propia”, describe.

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Nicanor, de 64 años, logró hacer las cumbres del Domuyo y el Lanín.

El Lanín, una idea clara

Rebolledo comenta que la dificultad de subir el Lanín es “técnica”. “La dificultad que tiene es el desnivel, a partir del descongelamiento de los glaciares se ha tornado muy peligroso por las rocas que pueden caer y producir accidentes como las que han ocurrido en los últimos tiempos. Hay que estar con los seis sentidos puestos”, explica. “Los guías de montaña decimos que es más seguro caminar en la nieve que pasar por los desfiladeros de rocas porque no sabes cuando cae una que aunque sea chica puede lastimarte”, agrega el guía de montaña.

El grupo comandado por Rebolledo comenzó la travesía el 26 de enero y luego de subir a los refugios y descansar allí, a las 4.45 de la madrugada del 28 partieron hacia la cumbre. «No escales montañas para que el mundo te vea, escala montañas para ver el mundo», fue una de las frases de una de las integrantes del grupo que escuchó Nicanor en la cumbre.

Después de hacer cumbre en el Domuyo y Tromen, y ahora en el Lanín, Nicanor piensa en su próximo objetivo: ascender el cerro El Plata, de casi 6000 metros de altura , uno de los grandes objetivos de los amantes del montañismo. “Uno se lo propone, después hay que ver si se llega o no”, aclara.

El hombre oriundo de Tricao Malal confiesa que esta práctica la hace por hobby, aunque la define como “un sacrificio humano que me gusta”. Además destaca las enseñanzas y consejos de Rebolledo “uno va tomando la experiencia de lo que es la subida, la bajada, como tiene que caminar, el peso que va a llevar, entre otras cosas”.

Misión cumplida

Cuando después de tres días alcanzó la cumbre, Nicanor agradeció a su madre “porque me dio la vida”. “Cuando llegas a la cumbre es tal el esfuerzo de superación que no sentís cansancio. Pero sobre todo hacer estas travesías me rejuvenece, me da energía, me saca de los problemas que hay en la vida cotidiana”.

Desde que salió con el grupo de montañistas aficionados, la mayoría de Chos Malal aunque había algunos de Varvarco y Bajada del Agrio, Nicanor sabía que iba a lograr llegar a la cumbre gracias a la preparación y el buen tiempo que les tocó para transitar la travesía sin problemas. “Hubo muy buen tiempo, con sol y calor, no es que andábamos de manga corta pero no hacía frío ni viento. La cumbre estaba con nieve. Fue una experiencia espectacular, me marcó mucho”, describe.

Mientras por estos días sale a hacer su caminata habitual o se sube a su bicicleta, con el Tromen, el Domuyo y ahora el Lanín en su haber, Nicanor piensa en su próximo objetivo: ascender el cerro El Plata, de casi 6000 metros de altura , uno de los grandes objetivos de los amantes del montañismo. “Uno se lo propone, después hay que ver si se llega o no”, aclara pero sin dejar de lado sus deseos para lograrlo.

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